La primera clase de manejo se centra en familiarizarte con el vehículo y crear un entorno de confianza con tu instructor. Comienza con una breve charla de seguridad: ajustes del asiento y retrovisores, posición correcta de las manos en el volante, entendimiento del tablero y ubicación de pedales, luces e intermitentes. Luego, en un espacio amplio y tranquilo —habitualmente un estacionamiento o pista cerrada— practicarás arranques suaves, detenciones controladas y el juego embrague‑acelerador (o el uso del freno en autos automáticos). El objetivo no es la velocidad, sino sentir el auto y aprender el punto de fricción sin sobresaltos.
A medida que aumente tu comodidad, el instructor te guiará para avanzar en línea recta, realizar giros amplios y mantener la trayectoria dentro del carril marcado en la pista. Durante toda la sesión recibirás feedback constante: cómo modular la presión sobre el pedal, cuándo mirar los espejos y cómo anticipar obstáculos. Al final, revisarás los logros y las áreas a mejorar, y se programarán ejercicios concretos para la siguiente clase (por ejemplo, coordinación de cambios o práctica de estacionamiento). Con este enfoque progresivo y supervisado, saldrás de tu primera lección entendiendo los fundamentos y con la confianza necesaria para continuar tu proceso de aprendizaje.
